Sin embargo, en este marco desfavorable, son cada vez más los proyectos que ven la luz gracias a pequeñas aportaciones de mucha gente que cree en ellos. Así películas, álbumes de música, o iniciativas de carácter social se han visto materializadas gracias a estas donaciones.
Músicos y artistas emergentes que no logran el respaldo de una empresa del sector, pueden conseguirlo gracias a personas anónimas a las que les guste su música.
En lo que respecta a las asociaciones cabría decir que la figura del asociado, con una aportación fija mensual, es cada vez más escasa. La gente no está tan dispuesta a dar una cuota mensual, a tal o cuál asociación sin saber muy bien para qué se utiliza. En vez de ello prefieren aportar pequeñas sumas de dinero para iniciativas concretas y de relativa fácil consecución, ya sea adquirir una silla de ruedas para un niño que lo necesite, o donar libros para una escuela del Tercer Mundo. Y es aquí donde el tercer sector ha de ser consciente de esta situación y evolucionar asumiendo nuevos retos.
En este sentido, una vez más, las nuevas tecnologías han logrado esa viralidad en el mensaje sin la que de otro modo esto no sería posible.
Os dejo un enlace interesante:
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